Protegete del sol durante la época invernal. En esta nota te contamos por qué es clave la protección solar también en esta etapa del año.
El agujero de la capa de ozono es uno de los causantes del aumento de la incidencia del sol sobre nuestra piel. Los famosos rayos UVA antes los cuales nos pasamos el día protegiéndonos, están íntimamente relacionados no solo con los crecientes casos de melanoma, sino también con la aparición de las manchas en la piel o el envejecimiento prematuro.
Por ello, es necesario preguntarnos por qué, si cada vez que vamos a la playa nos ponemos abundante protector solar, no hacemos lo mismo el resto del año.
Una de las principales barreras o respuestas a este interrogante es la ropa. Si en verano los shorts, los vestidos y las faldas se apoderaran de nuestro armario, es inevitable dejar un mayor porcentaje de piel a la vista del sol, mientras que en otoño o invierno las bajas temperaturas consiguen el efecto contrario, que nos cubramos más y, por consecuencia, estemos más protegidas del sol. Sin embargo, hay ciertas partes del cuerpo que siempre quedan más expuestas: rostro, cuello y manos. Por ello, protegerlas en cualquier estación es una labor de obligado cumplimento.
Dicho esto, lejos quedan los protectores solares densos, esos que dejaban la piel con una blanquecina capa sobre la que era imposible aplicar ningún otro producto. Los fluidos con SPF han evolucionado tanto que incluso tu hidratante habitual o tu base de maquillaje pueden tener una protección solar de amplio espectro y no dejar la piel opaca. Las texturas hidratantes han evolucionado, pasando por todo tipo de formatos, así como los filtros.
Pero además de las cualidades sensoriales o de sensibilidad de un protector solar, también hay que tener muy en cuenta de qué nos protege: UVA, UVB, IR-A (radiación infrarroja) o incluso luz azul. Determiná qué le pedís a tu protector solar y no te olvides de aplicarlo a diario, sea cual sea la estación, después de tu sérum habitual y antes del maquillaje que utilices.